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“Nuestro objetivo es disminuir al máximo el número de tratamientos dados a la viña”

Juan Barriuso es profesor en el Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural de la Universidad de Zaragoza, e investigador en el Instituto Agroalimentario de Aragón,IA2, desde donde están desarrollando, junto a ITAINNOVA, SARGA, Atos, Agroapps, el centro de Computación de Galicia (CESGA) y la Universidad de Tesalónica, el proyecto GRAPEVINE (hiGh peRformAnce comPuting sErvices for preVentIon and coNtrol of pEsts in fruit crops), una iniciativa europea cuyo objetivo es mejorar los sistemas actuales de predicción y control de plagas en el sector del vino.

Pie de foto: Juan Barriuso junto a Julio Prieto, miembro del equipo de la UZ, colocando el Cyclón atrapa esporas en un viñedo.

¿En qué consiste este proyecto?

GRAPEVINE utiliza el uso de imágenes vía satélite y los datos meteorológicos para construir un modelo fenológico que ayude a entender el comportamiento de cinco plagas que afectan a la viña: Mildiu (Plasmopara vitícola), Botrytis, Oidio (Uncinula necator), Polilla del racimo (Lobesia botrana) y Piral (Sparganothis pilleriana).

Junto a las cuatro Denominaciones de Origen de Aragón, sus ATRIAs, la Red FARA y el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal del Gobierno de Aragón(CSCV), hemos establecido una red de parcelas testigo, en las que hemos instalado estaciones meteorológicas y con las que medimos temperatura, humedades relativas… y además contamos con las imágenes satélite, que a través de unas cámaras hiperespectrales e infrarrojos nos permiten ver los problemas fisiológicos de la vid que no se aprecian a simple vista. Además, contamos con datos históricos de otras plagas y enfermedades que han afectado al viñedo en Aragón y cómo se han tratado.

Con todo esto, generamos una gran cantidad de datos que gracias a la Inteligencia Artificial y el Big Data nos permite crear modelos de comportamiento.

¿Cuál es el objetivo que perseguís con Grapevine?

El fin último es proporcionar a los agricultores del Mediterráneo y de toda Europa una aplicación con la que puedan predecir qué les va a pasar a sus viñedos, si van a tener plagas o enfermedades y qué medidas pueden tomar para controlarlo. Es un sistema similar al que se usa para medir los niveles de alergias, cuando avisan de si hay más o menos polen. Aquí, utilizamos sistemas que miden las esporas, si no hay esporas, no hay enfermedad, por lo que no es necesario tratar el campo.

El objetivo es intentar disminuir lo máximo posible el número de tratamientos dados a la viña, algo que sin duda tiene mucho peso en la agricultura ecológica.

¿Se podría crear algo similar con plagas que afectan a otro tipo de cultivos, como puede ser el cereal o la fruta, por ejemplo?

Hay otros cultivos que tienen mejores rendimientos, pero también se podría. Ya existen modelos similares en el arroz y el maíz, que son grandes extensiones y más fáciles de tratar. En ITAINNOVA también están trabajando en el desarrollo de un modelo fenológico para el melocotón. La viña es un cultivo muy complicado, no depende del frío, sino de las horas de calor acumuladas y por eso resulta tan complejo y a la vez tan interesante.

¿Cómo va a ser la temporada respecto a las plagas?

Este año va a ser difícil, la cosecha saldrá adelante, pero es probable que se reduzca hasta un 25%. Ha habido lluvias sin viento y temperaturas muy suaves, un entorno ideal para los hongos. Ha habido Mildiu y ya se están aplicando muchos tratamientos al campo. A nosotros nos viene bien, porque es la mejor manera de ver cómo se comportan y crear modelos, pero los agricultores van a tener que estar más pendientes que nunca.

¿Y cómo se pueden combatir para que perjudiquen lo mínimo posible a los cultivos?

En insectos (Lobesia) es muy sencillo, porque sabemos que se debe a la confusión sexual. Si en las viñas colocas difusores de una feromona femenina, los machos no encuentran a la hembra, porque el olor es permanente, con lo cual no las fecunda y no hay huevo. Es un buen tratamiento que evita el uso de fitosanitarios. Luego está el trampeo, en la que es inevitable el uso de estos productos, y el azufre y el cobre, que son los más comunes pero que deben utilizarse con mucho cuidado porque pueden quemar la tierra.

También existen tratamientos más modernos, basados en la lucha biológica, con una bacteria u hongo competidora de otro hongo, pero se requiere un nivel técnico muy elevado. De ahí la importancia de crear modelos de seguimiento de todas las plagas, que nos permitan reducir al máximo cualquier tipo de tratamiento.